NOTA: Puede sonar a plagio, y si te parece asi querida Emma avisame que bajo el post.
Recien lei en tu blog un post excelente acerca del maravilloso espectáculo de las peluquerias, los peluqueros, estilistas y toda ese circo que rodea al mundo de las tijeras y no podía dejar de contar mi experiencia.
Yo creo que el peluquero, al igual que el plancha, se nace, no se hace. Aquel que se decide por esta majestuosa vocación trae la virtuosidad en los genes, no es una característica adqurida. Esa que siempre tiene el pelo quemado despues de años y años de planchitas mal hechas, tinturas de prueba que fracasaron, las uñas largas con preciosos esmaltes nacarados.. admito con humillación el hecho de que un día dejé que esas manos me cortaran el pelo.
Ese día decidicamente no estaba preparada para lo que me sucedió. Pensé ir a la peluqueria- sagrado templo de algunas al que acudo lo menos posible por un miedo adquirido tras varias experiencias engañosas... (con el brushing sos una diosa, ahora te lo lavas y es la noche del terror)- y bueno, solo iba con la intención de hacerme reflejos. Mi pelo en invierno agarra una negrura que es para ocultar, nada en contra de las morochas eh.. solo que me hallo más con las "rubias" (por lo de hueca NO es, aviso). Y bueno, así como dicen los novios cornudos: una cosa llevó a la otra y cuando quiero ver la guasa me estaba cortando el pelo... SI cortando.
Con la excusa de que "tenes las puntas inmundas, no te voy a tocar el largo y te va a quedar mejor si le doy forma" y con mi imposibilidad crónica de decirle que no a cierta gente, cai otra vez en la mentira de esta calaña bravisima de sátiros. Cuando la tijera se sintió satisfecha con lo suyo, cerró la boca y se fue a dormir me miré al espejo. Creo que solo un hombre al que le pegaron un pelotazo justo ahi en un partido de fútbol puede entender esa sensacion. Todavía no se inventó la palabra para describirla. "Estamos en eso" me dicen los del directorio de la RAE.
Y nada, que iba a hacer. Ya no era yo. Me convertí sin querer en una suerte de Charoná mal teñido (por qué hasta los reflejos los veia tétricos) y justo que esa noche tenía MI graduación y para la cual habia invitado a un chico de extrema importancia.
¿Ahora tenía que pasarlo a buscar a caballo y con una boleadora si era Charona?
Y todos esos pensamientos de Cenicienta se me esfumaron.
Como buena valiente, me aguanté las lagrimas y lloré en casa. De eso estoy orgullosa. Muy.
Desde ese entonces no volví a una peluqueria: si ya se... tengo las puntas hiper florecidas, el pelo sin forma y no me crece. Pero no me importa.
Louise