A sacarse las remeras

Parece que ahora ya no es más el trikini ni la tanga o el colaless: lo que está causando furor y revolución en las playas esteñas es el viejo y (no tan) querido sobrante adiposo llamado cariñosamente por algunos pancita, pero comunmente conocido como barriga o guata.

Como dicen algunos -lo que es moda no incomoda- las gentes estan haciando un esfuerzo anómalo para lograr sacar para afuera no el pecho ni la buena onda, sino esa "zapán" tan característica del cervecero, del gordo, del que no hace deporte, del que sí pero igual come como lima nueva... en fin, de toda persona común y corriente.

La promesa de la dieta es una amenaza inminente y las puertas del gimnasio siempre parecen estar cerradas para la disposición de estas personas que -justo hoy no puedo por qué es el cumple del abuelo, o tengo que pasar por lo de Fede a ver si al final encontró el control remoto que había perdido. Ni que hablar de las blanquecinas puertas del paraíso invernal quienes, para mal o bien, estan llenas de imanes de comida a domicilio y de farmacias (que ironía). La tentación de abrirlas solo para ver lo que hay adentro existe.

Cada día surgen nuevas técnicas para cortar y coser (para evitar el nefasto término liposucción) y los canales no dejan de bombear formas revolucionarias para comer y adelgazar, las mariposas esas que hacen abdominales por uno, y ni que hablar del sauna localizado ese. Nadie entiende que es lo que se lleva ahora, lo que se usa más que los celulares, los vaqueros chupin o el jingle "claro que te clavo la sombrilla". La realidad es otra.

Que sea un "acordeón" o sea un rollo gigante puede depender o no de lo que comamos y del deporte que hagamos. Aunque eso no es lo importante. Hay que saber llevar este rebozante resultado de una vida buena. Esto no es sino con actitud. Y ya lo dijo Fito, es todo una cuestión de actitud.


Louise